martes, 28 de octubre de 2014

CUANDO LA PARANOIA ES EVIDENTE

En una ciudad como Bogotá, donde el pan de cada día es ser víctima de robos, atracos y "cosquilleos" en la calle, el bus, el transmilenio y hasta la casa, es normal que uno termine por volverse extremadamente paranoico, muchas veces, sin razón.

Por eso, si usted toma como propia una de las actitudes y comportamientos que le narraré a continuación, es evidente que es tan paranoico como yo:

1. Usted va por una calle oscura y solitaria. Inmediatamente toma su sombrilla (de cualquier tamaño, color y forma) como si fuera un arma contundente que lo pudiera defender de un posible atracador.

2. Para usted, más del 50% de los hombres desconocidos que se topa en la calle, son una amenaza latente para su seguridad. Por eso, los mira de reojo sin perderlos de vista, pero sin ser demasiado evidente y tratando de recordar señas del sospechoso, por si lo atraca. Si es posible hacerlo sin ser más evidente, busca como cambiar de acera "de forma natural".

3. En una situación de posible amenaza, usted comienza a planear su estrategia de escape. Meterse a un bus vaya para donde vaya, cambiarse de andén, ingresar intempestivamente a una tienda para comprar cualquier cosa que le permita alertar al dueño de la tienda sobre el atraco, etc. En un bus, cuando se sube un ladrón en potencia a pedir dinero, usted verifica los puntos donde puede bajarse a la calle así no tenga dinero y esté lejos de su casa. Lo importante es la naturalidad, para no levantar sospechas.



4. Su casa puede ser segura, pero nunca estará lo suficientemente protegida. Por eso, mira siempre qué tipo de minicámaras, grabadoras u objetos escondidos, pueden ayudarlo a evitar a los "apartamenteros".

5. Ha pensado en cargar un celular barato que pueda servirle de "señuelo" para los ladrones, dejándolo en el bolsillo más visible de su ropa. También le gustaría dejar una nota en el celular viejito burlándose del ladrón, pero le da miedo que lo vea en su presencia y tome represalias en su contra.

6. En un bus lleno y cuando viaja de pie, hace esfuerzos sobrehumanos para sentir la billetera que está en su bolsillo del pantalón. Para eso, se roza "casualmente" con el brazo, un asiento o hasta con el de al lado, para verificar que todavía está el bultico y no le han volado su platica.


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