Aclaro que no es mi
caso personal, no suelo sugerirlo, pero tampoco lo rechazo a ultranza, sin embargo,
me di en la tarea de preguntarle a unos cuantos amigos muy cercanos sobre el
origen de su evidente odio hacia la participación en el famoso “Amigo Secreto”
y, créanme, tienen todos los argumentos para huir cada vez que alguien propone
el tema en septiembre.
Por ejemplo, el Señor E
recuerda con desagrado una celebración en el colegio en la que todo iba perfecto,
con rostros alegres por los obsequios recibidos y, al parecer, el evento no iba a tener
ningún inconveniente. De repente, llegó el turno de su compañera Caro Pajuelo*,
quien recibió de su amigo, un portarretratos de Hello Kitty y una chocolatina Ítalo.
El Señor E no entiende lo que sucedió en ese momento; en un ataque impulsivo y
desenfrenado, su compañera salió gritando e insultando a todo mundo porque,
definitivamente, el regalo no fue de su agrado. Jamás se habían escuchado
tantas groserías juntas en el aula, como ese día.
El Señor M,
hace unos años y a regañadientes, jugó al "amigo secreto" tras la insistencia de sus
compañeros de trabajo. Llegó el esperado día de la entrega de regalos con una
novedad importante, dos personas habían sido despedidas de la compañía el día
anterior, pero no se preveía un mayor inconveniente para la celebración.
Terminó la entrega y quedó un regalo pendiente, -¿quién falta?-, preguntó el
organizador… -Yo- respondió el Señor M. –Tenga este regalo que sobró- La
desazón del Señor M no pudo ser mayor al comprobar que el regalo que recibió
fue el mismo que había comprado. Una de las personas que había salido de la
compañía era su amigo secreto, la otra, quien debía regalarle…
La Señorita
K tiene una de las historias más tristes que recuerde sobre esta celebración. En
su época de colegio, buscó durante varios días un buen regalo para su amigo
secreto, lo que tuvo finalmente el efecto deseado sobre esta persona, que quedó dichosa con el obsequio. Pero su
esfuerzo no sería recompensado, pues ella solo recibió un miserable regalo… la
persona que tenía su nombre, había olvidado por completo la celebración y
tuvo que salir corriendo a la tienda del colegio a comprar lo primero que había
y lo que su presupuesto le permitía…. UN
BUÑUELO.
*nombre ficticio que busca proteger la identidad de la persona
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