En aquella tarde fría capitalina, el señor “R” se encontraba
en una buseta, sin mayores contratiempos, hasta que un “sordomudo”,
aprovechando que la buseta estaba detenida esperando el cambio de semáforo,
intentó ingresar al vehículo para pedir dinero.
–Nooooo, hermanito,
no se suba, se acabaron de subir- expresó el conductor del bus, impidiendo que
el sujeto cruzara la registradora.
El supuesto “sordomudo” comenzó a suplicar a base de sonidos
y señas para hacer entender al conductor que realmente necesitaba subirse.
-Paila, hermano, se acabaron de subir- insistió el
conductor, ya cansado con la insistencia del hombre que, al ver que sus
súplicas silenciosas iban a ser inútiles, decidió dejarse llevar por el
sentimiento de furia que lo embargaba en ese momento, mientras se bajaba de la
buseta.
-MALPARIDO HIJUEPUTA…- Gritó el “sordomudo”, logrando la
atención de todos los desinteresados ocupantes del vehículo y, por supuesto, generando
una sorpresa mayor en el conductor que, boquiabierto, se quedó sin el habla que
recuperó milagrosamente el “sordomudo".
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