viernes, 16 de enero de 2015

MISERIA HUMANA VIII. MILAGROS INESPERADOS


Hace unos años, el señor “R” me contó una historia sorprendente en la que nuestro protagonista es un humilde “sordomudo” que pedía limosna en el centro de Bogotá (disculpas por sonar despectivo, pero debo hacer el énfasis de “mudo” para el resto de la historia).

En aquella tarde fría capitalina, el señor “R” se encontraba en una buseta, sin mayores contratiempos, hasta que un “sordomudo”, aprovechando que la buseta estaba detenida esperando el cambio de semáforo, intentó ingresar al vehículo para pedir dinero.

 –Nooooo, hermanito, no se suba, se acabaron de subir- expresó el conductor del bus, impidiendo que el sujeto cruzara la registradora.

El supuesto “sordomudo” comenzó a suplicar a base de sonidos y señas para hacer entender al conductor que realmente necesitaba subirse.

-Paila, hermano, se acabaron de subir- insistió el conductor, ya cansado con la insistencia del hombre que, al ver que sus súplicas silenciosas iban a ser inútiles, decidió dejarse llevar por el sentimiento de furia que lo embargaba en ese momento, mientras se bajaba de la buseta.

-MALPARIDO HIJUEPUTA…- Gritó el “sordomudo”, logrando la atención de todos los desinteresados ocupantes del vehículo y, por supuesto, generando una sorpresa mayor en el conductor que, boquiabierto, se quedó sin el habla que recuperó milagrosamente el “sordomudo".