jueves, 20 de diciembre de 2012

CRÓNICA DE UNA ESTRELLA QUE PARECÍA IMPOSIBLE
(Especial para hinchas de Millonarios)
 
Mi papá me hizo azul. Pude haber sido médico, celador o sacerdote, pero estaba escrito que iba a ser hincha de Millos. Pude ser católico, judío o protestante, pero JAMÁS de otro equipo. Pude ser liberal, conservador o izquierdista, pero mi destino siempre se tiñó con un azul profundo. Y por eso, soy el hombre más agradecido con mi querido viejo y gracias a Dios, aunque quisiera que hubiera estado conmigo en el estadio, tuve la fortuna de darle un abrazo gigantesco por esta inmensa alegría.

El domingo 16 de diciembre de 2012 va a quedar marcado para siempre en nuestra retina, va a ser un día para inmortalizar con nuestros hijos y quizá con nuestros nietos. Fue el día en que Millos recuperó la gloria perdida, esa misma que le había sido esquiva durante 24 años. Por eso, con un estadio a reventar, un Simón Bolívar atiborrado y un sinfín de hinchas en las calles, casas y locales de Bogotá y el país, estalló un júbilo infinito de casi 25 años de euforia contenida. Hoy encuentro tantas historias de celebración como hinchas conozco… algunos celebraron con la familia en el calor del hogar, otros con amigos en compañía de un buen trago, muchos con los vecinos alrededor de pantallas gigantes dispuestas en la cuadra, otros desde la distancia, pegados a una transmisión de Internet o twitter; varios con sus hijos o nietos, quienes no sabían lo que era ver a su equipo campeón; otros en las calles, brincando y llenando de harina y espuma a los distraídos; unos cuantos, abrazando a desconocidos de camiseta azul que se convirtieron por un instante en nuestros hermanos; y todos, absolutamente todos, estallando en alegría, llanto y júbilo por esta sufrida, pero más que merecida ESTRELLA 14.



No fue para nada fácil, por el contrario, un digno Medellín se encargó de complicarnos más de la cuenta, en medio de un partido luchado y peleado hasta el final. Pero así es el destino, todo en Millos tenía que tomar tintes de angustia, para que la celebración fuera aún mayor. Un comienzo infortunado en los cuadrangulares por jugar dos copas al tiempo y que nos obligaba a ganar todo, aquel agónico gol de Otálvaro en Ibagué, festejado a rabiar; una igualdad agridulce con Junior que nos obligó a pegarnos a la radio para escuchar lo que pasaba en Pasto, un doble empate con Medellín, a pesar de las múltiples opciones dilapidadas por nuestros delanteros y, por supuesto, unos penales que duraron casi como esos 24 años de sufrimiento que por fin acabaron y que vistieron a nuestro arquero Delgado de héroe. Todo, en medio de un eterno suspenso que parecía innecesario pero que era el paso obligado para convertir una victoria en hazaña. Hoy no me puedo imaginar otro partido diferente al que vi, era tal cual como lo queríamos, tal cual como lo necesitábamos. Sufrido y celebrado hasta la locura.

Atrás quedaron las docenas de Caiafas, Perezlindos, Difilipis, Boyeros, Marinellis y Villagras, que inundaron El Campín con su ineptitud o displicencia (aquí debo hacer una mención honorífica para Leonardo Castro, que sin jugar un carajo, logró que lo contrataran dos veces en el equipo). Atrás quedaron los Maturanas, Umañas, Pintos, Chechés y Pecosos que poco o nada hicieron para salvarnos y pasaron con más pena que gloria por un equipo que estaba a punto de desaparecer. Atrás quedaron, (GRACIAS A DIOS), los García, los López y los Franco (no Pedrito, por supuesto), que saquearon al equipo por años y lo dejaron sumido en una crisis financiera, deportiva y administrativa que parecía insuperable.


Pero llegaron en buen momento esas personas que creyeron en un proceso serio y responsable para salvarnos de una muerte anunciada (mil y mil gracias al Señor Arango… (menos mal no soy de los que madrea a los paisas en el estadio). Y con ellos, llegaron Delgado, Franco, Ochoa, Ortiz, Martínez, Ramírez, Robayo, Candelo, Otálvaro, Cosme, Rentería, nuestros “Dos Torres” (Hernán y Román) y muchos otros que hoy nos tienen festejando y con la cabeza erguida. Gracias a ellos recuperamos el lugar que nunca debimos abandonar y que aplazamos por más años de lo que el cuerpo parecía aguantar; pero ahí estuvimos, más en las malas que en las buenas,  esperando por tiempos mejores, como los de hoy! Es bueno saber que no nos morimos sin ver a Millos otra vez campeón (o por primera vez) y podemos contarlo. (A menos que el 21 se acabe el mundo, claro).

Es evidente que no tenemos el mejor equipo de la tierra como en la época de “El Dorado” (eso lo dejaron más que claro el Real Madrid y el Tigre), pero hoy volvimos a ser los MÁS CAMPEONES, no sólo revalidamos la HISTORIA del fútbol colombiano, si no que recuperamos la GRANDEZA y eso hay que disfrutarlo hasta la saciedad... Estoy seguro que este puede ser un primer paso para recuperar todos estos años perdidos; por eso, los invito a todos a tener una Navidad Feliz y, como no, una Navidad Muy Azul.

FELICITACIONES A TODOS POR ESTE MILLOS CAMPEÓN!!!

P.D.1 Un agradecimiento especial para nuestra barra de los 4: Karen, Ivette y Coco... sufrimos, soportamos y resistimos desde el primer partido hasta el último… Estuvimos en la peor campaña como locales el semestre pasado y ahora en la mejor campaña en 25 años. La 14 es merecidamente nuestra!


P.D.2 Para Cloncites, Daniel, Camila, José, Mario, Diana, Rafael, Blas, Luis Gabriel, Chucho, Iván, Diego, David, Carlos, Gustavo, Popa, Leopoldo, Andrés, Carolina, Adriana, Luz Mery, Andrea, doña Stella y todos esos amigos azules con los que aguantamos estoicamente años y años de burlas, ridículos, humillaciones y chascarrillos de hinchas de otros equipos… A todos ellos, les dedico esta canción que probablemente hasta este año escuchan pero que nos alegró el alma por allá en el 87 y 88… SOMOS CAMPEONES!!!


P.D.3 Algunos me van a matar, pero sigo creyendo que TODO lo que pasó, le sirvió a Millos para salir campeón. Que Santa Fe ganara la liga en el primer semestre, que el Real Madrid nos metiera 8-0, que un equipito como Tigre nos sacara de la Sudamericana. Hirió el orgullo, claro, pero no nos mató, nos hizo más fuertes!